Los telescopios son instrumentos que permiten la observación de objetos a grandes distancias, mucho mejor que si los observáramos a simple vista. Galileo Galilei usó por primera vez el telescopio en astronomía, el año 1609. Newton perfeccionó el modelo original de tipo refractor, construyendo un reflector en 1671. Posteriormente aparecieron modelos mucho mejores, y aunque al principio sólo eran accesibles por astrónomos profesionales, paulatinamente salieron al mercado telescopios para el aficionado. Los tipos de telescopios más comunes para este propósito son los siguientes:
Telescopio refractor
Se basa en el uso de lentes para dirigir la luz recibida, enfocarla y formar una imagen. Su funcionamiento se basa en la refracción de la luz. El haz luminoso, al atravesar la lente altera su trayectoria y provoca una imagen aumentada del objeto. El telescopio refractor consta un lente situado a la entrada del tubo, el cual la luz recorre hasta llegar a un ocular en el otro extremo (por donde uno observa). Mientras más grande sea el lente se obtendrá una mejor imagen, pero dado el principio con el que opera este modelo, una mayor potencia obliga a que el tubo del telescopio sea más larga y aparatosa.
Ventajas y desventajas
Ventajas– La lente de un refractor no es tan sensible a errores de construcción, como sí lo es un espejo.
– Imagen nítida y de buen contraste (sin componentes en medio del tubo, como ocurre con los espejos sedundarios de los reflectores)
– El tubo es cerrado y no está expuesto a polvo o turbulencias del aire en su interior
– No necesitan demasiado mantenimiento
Desventajas
– Diseño poco compacto e incómodo en grandes aperturas
– Muy costoso en grandes aperturas
– Sufren de aberración cromática residual (excepto refractores apocromáticos)
– Muy costoso en grandes aperturas
– Distorsión de la lente en grandes aperturas
Todo esto origina que haya un límite a la máxima apertura obtenible con un refractor, pues mientras más grande sea el lente (que en el tubo está sujetado sólo por los bordes), la gravedad produce que su propio peso distorsione su forma y las imágenes pierdan nitidez. El refractor más grande del mundo tiene un lente de 1.02 m y está en el Observatorio Yerkes (Wisconsin, EE.UU.). A pesar que tiene una serie de desventajas frente a otros diseños, goza de amplia popularidad en aficionados. Son los más recomendables para principiantes y sus modelos cuentan con prestaciones para todos los gustos.