Apocalipsis 1: “Alineación galáctica”
Los mayas predijeron que el 21 de diciembre de 2012 el Sol va a recibir un fuerte rayo sincronizador proveniente del centro de la galaxia, que cambiará su polarización y producirá una gigantesca llamarada radiante”
* extraído de las supuestas 7 profecías mayas.
Este escenario predice que la Tierra se alineará con el centro de la galaxia el 21/12/2012, evento que sucede sólo cada 26.000 años yque desencadenará un evento catastrófico. Pues bien: 26.000 años (más precisamente 25.800) es el tiempo que tardan los polos terrestres en describir una circunferencia entera en un movimiento de precesión. El efecto que esto tiene es que cada 2.150 años (1/12 de 25.800) se va desplazando una constelación zodiacal respecto a la eclíptica, hasta que al cabo de 25.800 años se repite el ciclo. Así, lo único que significa la frase “cada 26.000 años la Tierra se alinea con el centro de la galaxia“, es que cada esa cantidad de tiempo el Sol vuelve a pasar por Sagitario (donde se ubica el centro galáctico), en un mismo periodo específico (en este caso, entre mediados de diciembre y mediados de enero).
Pero, dado que la precesión es lenta, tanto en diciembre de 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, etc., el Sol seguirá “alinéandose con el centro de la galaxia“, porque seguirá pasando por Sagitario. Y si retrocedemos a antes de 2.150 años, el Sol seguirá “alineándose con el centro de la galaxia” en algún momento, en uno o más meses de retraso respecto a diciembre-enero, según cuánto retrocedamos.
Me tomé el trabajo de elaborar una secuencia de diagramas (figura derecha, click para agrandar) que muestran las posiciones del Sol al 21/12, entre 2009 y 2014 . El primer detalle apreciable es que la posición aparente del Sol el 21/12/2012 no está exactamente “alineada” con el centro galáctico (situado en coordenadas A.R. 17h 45m 40s y DEC -29º 00′ 28′‘ [Época J 2000.0]), sino a unos 6º, y 2012 ni siquiera es el año de menor distancia angular a ese centro, sino que 2021, según la trayectoria descrita. Esto demuestra lo absurdo que resulta buscar alineaciones en base a algo tan insignificante como la distancia angular, que no es más que un juego de perspectiva según la posición del observador. Si omitimos este factor, “alinearnos con la galaxia” sería tan simple como apuntar una línea al centro galáctico, en la fecha que nos de la gana.