También existen filtros lunares, éstos actúan absorbiendo la excesiva luminosidad del satélite para permitirnos apreciar mejor las características de la superficie, como cráteres y mares. Los filtros lunares dan una coloración verdosa a la Luna. Por otro lado existen filtros solares, diseñados para impedir el paso de radiación excesiva y poder así contemplar con seguridad a nuestra estrella. El más conocido en esta categoría es el filtro de Hidrógeno alpha (H-alpha), que deja pasar sólo una estrecha banda de radiación.
Los filtros de espacio profundo, tales como el Oxígeno III, permiten observar mejor a nebulosas planetarias y de emisión; un Hidrógeno Beta (H-Beta) mejora la visión de nebulosas de emisión (ej. Horsehead nebula en Orión); un Ultra High Contrast (UHC) es útil para nebulosas planetarias y de emisión; todos cumplen la función de dejar pasar y absorber ciertas longitudes de onda que realcen nuestro objetivo.
Adicionalmente existen filtros polarizados variables, que permiten controlar la cantidad de luz que recibimos, al estar compuestos por dos filtros polarizados en una celda rotativa, donde se puede controlar el brillo entre 1% a 40%. Suele usarse como reemplazo al filtro lunar y para separar sistemas binarios cercanos.
Por último existen filtros de tipo CLS (City Light Supressor) o LPR (Light Pollution Reducer), los cuales eliminan parte de la contaminación lumínica que proviene de nuestro propio lugar de observación, por cuanto absorben las longitudes de onda del mercurio y sodio, ya que la mayoría de sistemas de iluminación se basan en luminarias de Vapor de Mercurio o Sodio de alta y baja presión.