Se denomina satélite natural a todo cuerpo que se encuentra en órbita en torno a un planeta de mayor masa, el cual ejerce sobre el satélite una atracción gravitacional. Para considerar un objeto como satélite natural de un planeta, se considera como criterio básico que que el centro de masa se encuentre dentro del objeto anfitrión (el planeta). En el Sistema Solar los planetas que cuentan con satélites naturales son La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Mientras que por el lado de los planetas enanos, Plutón, Eris y Haumea cuentan también con satélites. Algunos asteroides también tienen satélites a su alredor, como el caso del asteroide Ida que tiene un satélite llamado Dactyl.
¿Por qué un satélite no se cae sobre su planeta?
Los satélites naturales se mantienen en órbita en torno a un planeta porque se encuentran en un punto de equilibro en torno a éste, es decir, se equilibran las fuerzas centrífuga (la que tiende a alejar a un cuerpo del centro de rotación) y fuerza centrípeta (la que tiende a arrastrarlo hacia el centro). La dinámica de cómo sucede esto está por las leyes de mecánica celeste de Newton, en donde los satélites naturales en realidad no están “suspendidos” en el espacio alrededor de un planeta, sino que están “cayendo” continuamente sobre él, sólo que a una velocidad tan alta que es la misma a la cual “desciende” por la curvatura del planeta.
Un satélite durante su camino va “perdiendo altura”, pero esa altura perdida se ve compensada por la curvatura del planeta y por tanto siempre se mantienen a una misma distancia. No obstante, todos los cuerpos celestes que describen una órbita, sean planetas alrededor de una estrella o satélites en torno a un planeta, tendrán órbitas elípticas, con mayor o menor excentricidad, lo cual significa que la distancia de un satélite a un planeta (por ejemplo) será relativa, es decir, habrá una distancia media, una mayor y una menor.