Los binoculares son pequeños telescopios refractores, que tienen incorporado un sistema de prismas para acortar el tubo de soporte y evitar la visión invertida. Tienen menor capacidad de aumento que un telescopio, pero tienen mayor campo de visión. Para impedir las vibraciones, conviene fijarlos a un trípode fotográfico. Se clasifican por el grado de aumento y el diámetro de apertura, en milímetros, del lente frontal. Un prismático 7×50, por ejemplo, aumenta 7 veces la imagen y tiene 50 milímetros de apertura. Para el aficionado que comienza, son una pieza muy importante de su equipo.
Este instrumento se caracteriza por su comodida en visualizar objetos, su amplio campo de visión y la sensación de profundidad, al estar usando los dos ojos. Es el método ideal para conocer objetos característicos de cada constelación, interiorizarse y reconocer el cielo nocturno. Su precio es mucho más bajo que un telescopio y acarrea menos trámite comenzar a usarlo. Uno se puede tumbar en el suelo y comenzar a “barrer” el cielo sistemáticamente, o, si ya llevas un tiempo con él y planeas hacer cosas más complejas, la observación de estrellas variables y la búsqueda de cometas son dos buenos objetivos.
Aumentos y aperturas
Los binoculares tienen grabados unos números similares a “7 x 35”, “10 x 50”, “7 x 50”, etc. El primer número (7, 10) se refiere al aumento que proporcionan los binoculares, el segundo es la apertura expresada en milímetros. Unos binoculares “7 x 50” tendrán 7 aumentos y un objetivo de 50 mm; probablemente 7 es el aumento más frecuente, pero es posible adquirir binoculares de 10, 15 o aún 20 aumentos. El modelo de 10×50 es uno de los más usados por aficionados (pueden verse objetos de hasta magnitud 10!). Se recomienda que la apertura del objetivo no sea menor a 35 mm, pero en objetivos mayores a 100 mm ya se hace necesario montar los binoculares en un trípode o soporte, debido a su peso.