¿Y cómo sabemos que sí somos originarios de la Vía Láctea?
El plano de la Vía Láctea.
A pesar de la asombrosa coincidencia que muestra al Sol muy próxima a la intersección de estrellas “vialacteanas” y “sagitarianas“, se ha comprobado que el movimiento del Sol efectivamente describe una órbita que se encuentra en el plano de la Vía Láctea, obedeciendo al movimiento del resto de estrellas vialacteanas, en vez de desplazarnos en el pronunciado ángulo que describen las estrellas provinientes de SagDEG.
Composición química estelar.
Los estudios en relación a SagDEG han mostrado una muy baja cantidad de hierro en sus estrellas, a diferencia de las estrellas de la Vía Láctea, que más bien se reparten uniformemente una mayor o menor cantidad de hierro. Debido a que el Sol posee una cantidad promedio de este metal, estadísticamente nuestra estrella cumple con propiedades químicas que la hacen un prototipo típico y común de la Vía Láctea, en vez de un especímen exótico y rarísimo para SagDEG.
¿Entonces por qué vemos inclinada a la Vía Láctea?
No hay ningún “gran misterio” sobre este punto, como las versiones de la falsa noticia han querido infundir. Vemos inclinada a la Vía Láctea por dos razones principales: 1) Porque el eje de rotación terrestre está inclinado en unos 23° 1/2 respecto a la eclíptica, y 2) Porque el plano del Sistema Solar (es decir, el plano imaginario por donde se desplazan los planetas, satélites y otros objetos en torno a nuestra estrella) a su vez está inclinado unos ~60° respecto al plano de la Vía Láctea. Este último hecho no reviste mayor interés científico, pues dicha inclinación más bien se relaciona con los procesos ocurridos durante la formación de nuestra estrella a partir de una nube de polvo y gas; en tanto, la razón de la inclinación del eje terrestre es incógnita, pero se piensa que un fuerte impacto con otro objeto pudo haberlo provocado, durante los inicios del Sistema Solar.