Apocalipsis 2: “Llamarada solar”
Los mayas predijeron que el 21 de diciembre de 2012 el Sol va a recibir un fuerte rayo sincronizador proveniente del centro de la galaxia, que cambiará su polarización y producirá una gigantesca llamarada radiante”
* extraído de las supuestas 7 profecías mayas.
En base a esta predicción, se especula que una anomalía en nuestra estrella la hará expulsar una llamarada gigante hacia la Tierra, tan poderosa como para calcinarnos y/o provocar desastrosos efectos climáticos que amenacen la vida en la Tierra, hipótesis que se ha visto alimentada por el casual retardo del ciclo solar 24. Ha de aclararse un par de cosas: Primero, hablar de una “anomalía” o “enfermedad” en el Sol implica decir que ésta es una estrella totalmente sincronizada e inmutable en el tiempo, y ello no es así. El Sol tiene ciclos de manchas solares que en promedio duran 11 años (ciclo Schwabe), pero ocasionalmente fueron tan cortos como 9 o tan largos como 13,6 (también existen otros ciclos como el Gleissberg [~88 años] o el Hallstatt [~2.300 años]). La predicción de un próximo ciclo solar es compleja y no puede tomarse como una estimación exacta. De hecho, si bien hace unos meses se estimaba el máximo del ciclo 24 para el año 2012, la baja actividad actual ha hecho retrasarla para mayo de 2013.
Los ciclos solares han sufrido irregulares importantes desde que comenzaron a medirse, por lo que el retraso del ciclo 24 (por ejemplo) no es una justificación para sostener que el Sol tenga una “enfermedad” o se vea sometido a una anomalía que le haga eruptar una llamarada monstruosa. Han existido periodos muy extensos de actividad mínima en el Sol, como el Mínimo de Maunder (1645-1715), el Mínimo de Sporer (1420-1570) o el Mínimo de Dalton (1790-1830), que efectivamente coincidieron con épocas de bajas temperaturas en la Tierra (como la “Pequeña Edad de Hielo” durante el Maunder), aunque la relación entre ciclos solares y Tº terrestres no es del todo clara; por otro lado, en los picos de actividad solar siempre hay probabilidad de efectos colaterales en la Tierra, como ocurrió en los máximos de 1989 y 2001, cuando fallaron algunos satélites de comunicaciones y hubo apagones por sobrecargas eléctricas.
Sin embargo, todo esto no asegura que vaya a producirse ni una nueva Edad de Hielo, o fallos en satélites (o algo peor) por una actividad solar intensa del ciclo 24. Y aún si ello ocurriera, seguimos estando ante un fenómeno natural con base científica, y no un caso excepcional basado en una profecía maya (¡baste decir que durante el Maunder y los picos de actividad de 1989/2001 no se acabó el mundo!).