Los planetas rocosos del Sistema Solar son Mercurio, Venus, Tierra y Marte. Reciben este nombre debido a que su superficie es sólida, compuesta de rocas que se fueron uniendo a partir de muchas rocas de menor tamaño, a través de un proceso llamado acreción. La zona que corresponde a los planetas rocosos también se denomina «Sistema Solar interior», y representa además nuestro «vecindario» más próximo, por lo cual la mayoría de misiones espaciales se han dedicado a explorar a sus componentes, con especial énfasis en Marte.
Los planetas rocosos, por otro lado, son claramente de menor tamaño en comparación a sus pares gaseosos, y cuentan con una cantidad mucho menor de satélites en conjunto: Mercurio y Venus no poseen ninguno, en tanto la Tierra cuenta con uno (la Luna), y Marte posee dos (Fobos y Deimos).
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