El Sistema Solar es nuestro “vecindario cósmico”, por llamarlo de alguna manera. Es toda la región que está dominada por nuestra estrella central, nuestro Sol, junto a todos los cuerpos celestes que giran a su alrededor. A su vez, el Sistema Solar orbitando alrededor de nuestra galaxia, la Vía Láctea, ubicándose en uno de sus brazos.
El Sistema Solar se formó hace aproximadamente 4.600 millones de años, a través de una larga serie de procesos que actualmente tiene a los planetas girando alrededor de nuestro Sol.
La evolución que debieron sufrir el Sol y los planetas se remonta a una nube de gas primordial compuesta en 75% de hidrógeno y 25% de helio, la cual fue acumulándose y condensándose por acción de la gravedad, formando grandes cantidades de masa con centros definidos.
El Sol logró acumular energía suficiente para iniciar las reacciones de fusión nuclear, las cuales lo hacen brillar y mantenerse estable. Los planetas, por otra parte, se formaron por la acumulación de material (rocoso o gaseoso), por acción de la gravedad, en un proceso llamado acreción, lográndose convertirse en los planetas que hoy conocemos, mientras otros no lograron tal evolución y se mantuvieron como los asteroides que hoy conocemos, la mayoría de ellos situados en el cinturón principal entre Marte y Júpiter.
El Sistema Solar cuenta con numerosos cuerpos celestes que orbitan a su estrella central, el Sol.
Entre estos, los planetas son tal vez los más reconocidos: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
La Tierra es, naturalmente, el planeta que mejor conocemos, ya que es nuestro hogar y el único conocido actualmente que permite la presencia de vida hoy en día, gracias a diversas condiciones internas y externas que ayudan a su habitabilidad.
Los planetas cuentan con propiedades que los hacen únicos, aunque podemos identificar 2 clases bien diferenciadas:
Planetas interiores: También se les llama telúricos o terrestres; corresponden a los cuatro planetas más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, Tierra y Marte. Se caracterizan por ser planetas pequeños y de alta densidad, formados principalmente por materiales rocosos y metálicos. El límite natural entre los planetas interiores y exteriores es el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
Planetas exteriores: También llamados gigantes o gaseosos, son aquellos situados más allá del cinturón de asteroides: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Los planetas gaseosos carecen de una superficie sólida. Se caracterizan por ser enormes y tener baja densidad, rotar muy rápido, contar con sistemas de anillos y varios satélites.