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Austrinus es el sitio de astronomía de Farid Char.
Este espacio fue inaugurado el 25/11/2000 y su nombre significa “austral” o “del sur”, en latín.

Este nombre sirve para identificar mejor el origen de sus contenidos, creados desde el hemisferio Sur: 23°39' S y 70°25' O (Antofagasta, Chile).

En astronomía, el nombre está presente en la constelación Piscis Austrinus.


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Historia y cosmología

El cielo siempre ha llamado la atención de los seres humanos. Su grandiosidad, los cuerpos celestes y diversos eventos que ocurren en el firmamento, ha motivado a observar el cielo desde la antigüedad, y en función de ello ordenar su percepción del mundo y del Universo. En un comienzo, sólo disponíamos de los ojos como instrumento de observación y de la imaginación para concluir por qué los astros se movían de cierta manera. El hecho que después del día viniera la noche, y luego nuevamente el día, ya era una situación especial y ameritaba explicaciones que hoy sonarían a fantasía. Pronto el hombre descubrió que muchos otros patrones -además del día y la noche- se repetían constantemente, y esto sirvió para fines como la agricultura o la orientación. Cuando los eventos celestes comenzaron a comprenderse mejor, surgirían los primeros astrónomos.

Ilustraciones de cometas en una tumba del Siglo II en Changsha, China. Crédito desconocido (168 BCE)

Antigua China

Las primeras observaciones y mediciones astronómicas son difíciles de precisar. La astronomía en la antigua China se ha considerado como la más antigua, al encontrarse vestigios que se remontan al 4.000 a.C., con registros de eclipses y novas. Registros de cometas, explosiones de supernovas y el diseño de calendarios fueron sus logros más importantes. Dividieron el cielo en 284 constelaciones y consideraban que el Universo era  como una naranja que colgaba de la estrella polar en ese entonces. A medida que progresaron sus observaciones, fueron capaces también de registrar las lunaciones para medir el tiempo, observar manchas solares.

Astronomía babilónica

Los babilonios se especializaron en estudiar al Sol y la Luna, específicamente los eclipses solares, los cuales más adelante pudieron predecir gracias a sus avances en matemática. Lograron anticipar las fases lunares y las posiciones planetarias mediante tablillas cuneiformes. Los babilonios alcanzaron su auge hacia el 600-500 a.C., logrando descubrimientos tan interesantes como el Ciclo de Saros, y siendo capaces de hacer cálculos que hoy en día sólo difieren por pocos decimales (ej. el mes sinódico). También se les atribuye el concepto del zodiaco.

Ilustración de 1660 del modelo geocéntrico de Claudio Ptolomeo. Dominio público.

Los avances griegos

La antigua grecia significó muchos de los avances más importantes en astronomía, y dio pie a muchos descubrimientos basándose sólo en la observación. Los griegos consideraban la Tierra como un disco, con el Olimpo en su centro, y en torno a él, el “Okeanos” (mar universal). El estudio de los movimientos planetarios fue uno de los campos más fructíferos, así como la observación y los avances matemáticos, de la mano de personajes como Pitágoras, Arquímedes o Aristóteles. Aristarco de Samos (310 a.C-230 a.C) calculó por primera vez la distancia de la Tierra al Sol y a la Luna. Mantuvieron férreamente la idea de un sistema geocéntrico por más de 2.000 años.

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